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¿No será que la agricultura convencional es demasiado barata?

  • Foto del escritor: Cris Hidalgo
    Cris Hidalgo
  • 30 nov 2020
  • 4 Min. de lectura

Aceites, cereales, yogures, verduras, frutas, productos de alimentación infantil e incluso artículos de limpieza e higiene personal. En el mercado ecológico hay espacio para todos.


En los últimos 20 años, el aumento de este tipo de productos se ha hecho patente de forma muy notable. En España, se ha pasado de una cifra mínima, inferior a 1.500, a superar los 40.000 operadores. El mercado de los productos bio en este país factura actualmente más de 2.000 millones de euros al año y ha llevado a España a formar parte del ‘Top 10’ mundial en términos de volumen de mercado, según informa la consultora EcoLogical.



Tanto los organismos oficiales como los medios de comunicación coinciden en reconocer la gran capacidad de adaptación e innovación del sector ecológico como base de su llamativo crecimiento en los últimos años.


En general, el perfil del consumidor ecológico se corresponde con el de personas jóvenes y dinámicas, bien informadas, con ideales y fuerza suficiente para tratar de convencer a la sociedad de la importancia de la sostenibilidad ambiental en términos alimenticios. La concienciación ecológica de la población joven no solo resulta fundamental a la hora de consumir, sino también en el momento de producir. Dentro de este auge de las posturas ecofriendly dentro del sector de la alimentación, existen también motivaciones vinculadas con una mayor preocupación por la salud.


En su contra, los productos bio tienen el factor precio. Estos pueden llegar a duplicar el de los convencionales. El hecho de que se fabriquen, se procesen y se distribuyan a menor escala y los numerosos controles a los que son sometidos conllevan “un incremento en los costes de producción que deben ser asumidos por los consumidores para que la producción ecológica sea viable”. No obstante, apunta el Ministerio de Agricultura que “este sobreprecio puede ser visto como un extra en su calidad, ya que ha sido producido siendo respetuoso con el medio ambiente, el bienestar animal y teniendo en cuenta el beneficio económico”.



Algunas cadenas de supermercados y grandes superficies, como Lidl, Carrefour, Eroski o El Corte Inglés se han servido de todo tipo de estrategias para aprovechar el auge de desarrollo de los productos ecológicos e introducirlos en sus tiendas: con selecciones de productos concretos, a través de sus marcas blancas, buscando la mezcla de lo bio con otros productos convencionales, etcétera.


“Es preciso formar al consumidor en que los alimentos tienen un coste y de que el gasto en alimentación es el más importante que debemos realizar”, apunta María Dolores Raigón, presidenta de la Sociedad Española de Agricultura Ecológica. “La idea que prevalece en buena parte de la ciudadanía es que la agricultura ecológica es cara, pero ¿no será que la agricultura convencional es demasiado barata?”, añade.


Queda aún por realizar una ardua tarea de sensibilización entre la ciudadanía, con el objetivo de que esta entienda que un futuro bio solo será posible si cambiamos nuestros hábitos de consumo y de vida. Es importante entender que, detrás de la alimentación ecológica hay mucho más que una mera opción alimentaria. El consumidor, al decantarse por el consumo de alimentos ecológicos, se convierte en defensor de otros valores como el respeto hacia el medio ambiente y el bienestar animal, la oposición al éxodo rural, la lucha contra el cambio climático, etcétera.



LA COMUNICACIÓN EN LA ALIMENTACIÓN ECOLÓGICA


A menudo vemos en la prensa consejos para llevar a cabo una dieta saludable y, sobre todo, para consumir productos que no dañen ni el medioambiente ni nuestro organismo.


Todas esas estrategias tienen como objetivo adentrarnos en la alimentación ecológica.


Entre los argumentos más usados para ello, se encuentra la ‘preocupación por la salud y sostenibilidad del entorno’. Esta estrategia, junto a la de ‘elogiar’ a esa parte de la ciudadanía que consume productos orgánicos porque "saben que son mejores para la salud, tienen mejor sabor y calidad", constituye el incentivo principal para la compra de alimentos ecológicos.


Para vender estos alimentos se recurre también a la idea de que con ellos no se daña ni se perjudica el medioambiente, tema de actualidad que preocupa cada día a un mayor número de personas.


Por otro lado, los colegios se han convertido en potentes canales de distribución para este nicho de productos. Encontramos, en esta línea, iniciativas como ‘Green Press Comunicacion’, el primer gabinete que 'comunica de forma comprometida con el medio ambiente'. Este gabinete ha puesto en marcha un curso didáctico para ‘educar’ a los niños y niñas en la importancia de una alimentación sana y una buena elección de productos, pues ellos serán los consumidores del futuro.



Los productos de consumo ecológico no solo se dan a conocer a través de cursos y formaciones, también se organizan eventos monográficos dedicados a este sector, en todas sus variantes. Un ejemplo de ello es la Biocultura. Se trata de la Feria de ‘Productos Ecológicos y Consumo Responsable’ más importante del Estado español y con ediciones anuales tanto en la capital, Madrid, como en Barcelona, Valencia, Bilbao, Sevilla y A Coruña.


El año pasado, tras la celebración de la feria, el gabinete de prensa de la misma afirmaba lo siguiente: "Los ciudadanos deciden hacerse responsables de su propia seguridad alimentaria". Con estas palabras se deja entrever que optar por la alimentación ecológica es, más allá de una decisión personal, un acto de responsabilidad que requiere toma de conciencia previa. "Entonces, ¿a qué esperamos?", insistían.


Todos estos mensajes pretenden, en última instancia, hacerse oír, visibilizar una nueva forma de consumo y, sobre toso, impactar en la sociedad. No basta con vender, es necesario, desde la comunicación, llamar la atención y sacudir conciencias para que aquellas personas que aún no lo han hecho pasen a la acción.


¡Esto ha sido todo por hoy! Nos leemos pronto. Mientras tanto, podéis echarle un ojo a mis redes sociales.


Artículo en colaboración con Leyre Esparza.

 
 
 

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