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¿Cómo te despiertas de matrix si no sabes que estás en matrix?

  • Foto del escritor: Cris Hidalgo
    Cris Hidalgo
  • 15 ene 2021
  • 2 Min. de lectura

Cuando hablamos de inteligencia artificial y decimos que esta podría destruir el mundo tal y como lo conocemos, pensamos en ‘Terminator’ y en Arnold Schwarzenegger, pero de lo que no somos conscientes es de que la inteligencia artificial ya dirige el mundo que habitamos de una forma tan sutil que pasa inadvertida.


Sin embargo, vivimos obnubilados por una impertinente ingenuidad que nos mantiene anclados al optimismo tecnológico. El ser humano nace sometido al imperativo biológico básico de conectar con los demás y las redes sociales se han convertido en una droga para el individuo del siglo XXI.


Las grandes tecnológicas están adiestrado y condicionando las generaciones actuales y venideras para que, cuando se sientan incómodas, inseguras o solas, cojan su propio “chupete digital”, anulando así su capacidad hacer frente a esas realidades.


Vivimos en un sistema sesgado, creado por gigantes tecnológicos como Google, Facebook, Amazon o Apple, que se construye en torno a la información falsa porque la falsa información hace que las empresas ganan más dinero que la de verdad; “la de verdad es aburrida”. Estamos inmersos en un modelo global de negocio que obtiene beneficio a partir de la desinformación.


La sofisticada falsedad del mundo que nos rodea se une a la fragilidad de la voluntad humana dando lugar a un círculo vicioso de vacío y manipulación. Henos entrado en un “capitalismo de vigilancia” cuyo objetivo primordial es el de controlar todo lo que hacen las personas para “asegurarse de que los anunciantes obtienen el mayor éxito posible”.


Hemos perdido el rumbo, sobrevivimos abandonados a la arbitrariedad de un algoritmo cuya única misión es generar dinero a partir de nuestros datos y que ha conseguido, sin embargo, “mostrarse como algo que hace mucho bien al mundo, como algo útil”.


El mundo se rige por un modelo de negocio que consiste en mantenernos pegados a la pantalla el mayor tiempo posible, con la única intención de alterar nuestra conducta e inculcarnos hábitos inconscientes. Es ahí donde reside su eficacia: atacan a una parte del cerebro que no sabemos que tenemos y por eso funciona. Su mayor poder es que pueden afectar al comportamiento y las emociones del mundo real sin que los usuarios se den cuenta. Somos más rentables pegados a una pantalla, cuando nos centramos en las cosas en las que quieren que nos centremos en lugar de en las cosas que son importantes. Ya lo decía Arthur Clarke, “cualquier tecnología suficientemente avanzada no se distingue de la magia”.


Solo hay dos industrias que llaman a sus clientes consumidores: las drogas y el software. Las tecnologías superan y sobrepasan las debilidades humanas; se han convertido en una auténtica amenaza existencial. Estamos ante una nueva y muy potente manera de manipular la opinión pública. La religión del beneficio a cualquier precio ha desencadenado consecuencias inevitablemente destructivas para la democracia y la libertad.


La tecnología ha puesto en jaque a la humanidad. El tejido de una sociedad sana depende de que salgamos de este modelo de negocio corrosivo, pero…


¿Cómo te despiertas de matrix si no sabes que estás en matrix?



Reflexión inspirada en el documental 'The social dilemma', de Netflix.

¡Esto ha sido todo por hoy! Nos leemos pronto. Mientras tanto, podéis echarle un ojo a mis redes sociales.


 
 
 

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