Amor, moda y tradición
- Cris Hidalgo
- 13 ene 2021
- 4 Min. de lectura

En 1979, tras 40 años trabajando como costurera, Clara levantó junto a su marido un humilde taller de confección en una pequeña cochera en Almedinilla (Córdoba). El auge del textil industrial en Andalucía y la creciente demanda talleres en la zona hicieron posible el sueño de toda una vida.
Durante los primeros años, trabajaron con la maquinaria más básica y los procesos de acabado y comercialización de las prendas se completaban en otros talleres. Cuando arrancaron su andadura empresarial, Antonio y Clara contaban con seis empleados y diez máquinas. Poco a poco, el aumento en la demanda de trabajo les permitió crecer hasta alcanzar la autonomía total, controlando todo el proceso de fabricación. En los años de mayor esplendor de la compañía, su plantilla ascendió hasta rondar la treintena de empleados; algo que a día de hoy no resulta sostenible.
A partir del año 2000, el negocio de los Rey (Rey’s) comenzó a sufrir presión de los competidores asiáticos, cuya mano de obra era –y es– mucho más barata. Algo difícil de digerir para un taller tan modesto. Aun así, jugaron todas sus cartas en una única dirección: la calidad de sus productos como principal bandera de su trabajo. Apostaron firmemente por el sector y en el año 2008, ya con en el mayor de los hijos del matrimonio a la cabeza, el proceso de producción se trasladó a la fábrica en la que actualmente trabajan, donde incluyeron maquinaria y tecnologías más avanzadas. En este proceso, Juan Francisco –director de la empresa desde 2002– ha contado siempre con la ayuda incondicional de su hermana Clara –encargada de la cadena de producción– y de su mujer, Encarnación Toro.
Aunque Juan Francisco ha invertido mucho tiempo y recursos en la modernización de la compañía, ha buscado también conservar la esencia de ese pequeño atelier que fundaron sus padres, manteniendo la calidad del tejido y la fabricación, así como el sello de la tradición y la garantía del “trabajo bien hecho” como principales valores de la marca.

Sin embargo, como ocurrió en otros sectores, la crisis de 2008 golpeó duramente el sector textil y Rey’s, que desde hacía unos años ya presentía con su actividad este aprieto, entró en su etapa más dura hasta el momento. Hasta entonces habían fabricado para grandes marcas como Coca Cola, La Jaca, Spagnolo o El Corte Inglés; a día de hoy, la empresa cuenta con 12 empleados y 40 máquinas y se centra mayoritariamente en surtir pequeñas tiradas puesto que, como afirma Juan Francisco, la conducta de consumo de los distribuidores ha cambiado y no se pueden permitir hacer grandes pedidos por tallas en España por el valor de la mano de obra. Esto les obliga a escoger muy bien cada cliente y estudiar con detenimiento cada propuesta para saber si es o no viable afrontar los encargos respetando las exigencias del salario mínimo interprofesional en España.
El sector es cada vez más pequeño y eso se traduce en una reducción de las oportunidades de mercado. Por este motivo, en los últimos años, han centrado todos sus esfuerzos en tejer una red de clientes minoristas tradicionales por toda la geografía española, abasteciendo tiendas y establecimientos a nivel nacional.
CONFECCIÓN COVID
Con la crisis provocada por la Covid-19, las ventas de Rey’s han caído un 80%. Con el objetivo de paliar las pérdidas, a través de la marca Eydoche, han adaptado su actividad a la demanda puntual de productos sanitarios, haciendo de la producción de mascarillas personalizadas (Ey Mask) para PYMES su principal fuente de ingresos.
Esto les ha obligado a transformar la maquinaria, experimentar con nuevos tejidos y nuevos procesos, reorganizar la cadena de producción, los puestos de trabajo y los horarios... Ha supuesto un gran esfuerzo que habría sido imposible sobrellevar, como el propio Juan Francisco reconoce, sin la intensa colaboración de sus tres hijos y su esposa. Nuevamente, la calidad de sus prendas, la agilidad y rapidez en la producción, garantía de fabricación 100% en España y la relación calidad-precio en comparación con otros talleres nacionales ha jugado a su favor.
EL FUTURO DEL TEXTIL: DOSIS DE REALIDAD
Dadas las circunstancias, no hay ningún gran aliciente que motive a las nuevas generaciones a apostar por un negocio así.
El futuro se presenta incierto para el sector textil en general, sobre todo, cuando se trata de pequeñas y medianas empresas como Eydoche. Cada vez se hace más complicado garantizar la subsistencia de toda la cadena de clientes y productores de tejido. Ya no quedan tintorerías cerca, no hay recambios para muchas de las máquinas, y comienzan a escasear los expertos del sector… No hay avances tecnológicos potentes asequibles para los talleres más tradicionales. Parece no interesar nuestra existencia.
Precisamente por esta razón y por la situación actual, Juan Francisco dedica la mitad de su jornada a trabajar en un nuevo proyecto de fotografía digital de productos para sitios web. Una alternativa para obtener ingresos extra que le permitan seguir adelante con el negocio familiar.
En los tiempos que corren, sostener cualquier negocio en este país supone un sobresfuerzo personal que, desde la percepción de esta familia, no se ve compensado con los resultados obtenidos. No obstante, cuando se lleva dentro el “espíritu emprendedor” siempre se encuentran tiempo y motivos para no rendirse.
¡Esto ha sido todo por hoy! Nos leemos pronto. Mientras tanto, podéis echarle un ojo a mis redes sociales.
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